Antes de ser millonario y referente tecnológico, Reid Hoffman vivió un comienzo poco prometedor. Filósofo graduado en Stanford, ingresó a Apple en 1994, donde trabajó en eWorld, un proyecto precursor de las redes sociales. Sin embargo, la cultura rígida y la falta de innovación de la empresa, en ese entonces en crisis y sin Steve Jobs, lo dejaron frustrado. “Sentía que no podía crear nada que realmente impactara al mundo”, recordaría después. Esa desilusión lo empujó a dejar Apple antes de cumplir un año, pero también le sembró una idea: conectar personas a través de la tecnología.
Años más tarde, Hoffman se uniría a PayPal, donde fue clave en su expansión global y en las alianzas con gigantes como Visa. Cuando la compañía fue vendida a eBay por 1.500 millones de dólares, su éxito lo consolidó dentro del núcleo duro de innovadores de Silicon Valley, el célebre PayPal Mafia, junto a Elon Musk y Peter Thiel. Pero su ambición no se detuvo ahí.
En 2003, desde su propia sala, fundó LinkedIn, la primera red social enfocada en el mundo laboral. Lo que comenzó como una idea para conectar profesionales se transformó en una plataforma global con cientos de millones de usuarios. Hoy, Hoffman es considerado uno de los pensadores más influyentes del ecosistema tecnológico. Su historia resume una lección eterna: los grandes fracasos no son finales, sino el punto de partida de quienes quieren dejar huella.
