Los grandes millonarios que empezaron desde abajo, como Amancio Ortega, Bill Gates y Jeff Bezos, son prueba de que el éxito no siempre depende de una educación formal o de una herencia, sino de la mentalidad y los hábitos que se construyen con disciplina. Ortega dejó los estudios a los 14 años para trabajar en una tienda de ropa en A Coruña y terminó fundando Zara, una de las marcas más influyentes del mundo. Gates abandonó la universidad para crear Microsoft desde un garaje, mientras que Bezos pasó de trabajar en un McDonald’s a fundar Amazon, la mayor plataforma de comercio electrónico del planeta. Todos ellos comenzaron con poco, pero compartieron una visión clara y una determinación inquebrantable.
Durante cinco años, el investigador Thomas C. Corley analizó 170 casos de personas que, sin privilegios, alcanzaron la riqueza. En su libro Los hábitos de los ricos, identificó diez comportamientos comunes entre ellos: leen y aprenden constantemente, hacen ejercicio a diario, se rodean de personas exitosas, persiguen sus metas con pasión, madrugan, tienen varias fuentes de ingresos, buscan mentores, mantienen una actitud positiva, no siguen a la mayoría y dominan las reglas de etiqueta. Según Corley, estos hábitos generan disciplina mental, equilibrio emocional y una visión de largo plazo, tres factores decisivos en la creación de riqueza sostenible.
Más allá del dinero, estos hábitos reflejan una filosofía de vida basada en la mejora continua, la resiliencia y la capacidad de adaptarse a los cambios. Los millonarios que empezaron desde abajo no solo buscaron ganar dinero, sino también desarrollar habilidades, crear oportunidades y mantener la motivación incluso frente al fracaso. Su éxito demuestra que el punto de partida no define el destino, sino la constancia con la que se avanza hacia él.
