Chegg nació como una plataforma de alquiler de libros, pero pronto se transformó en un gigante de las suscripciones educativas, ofreciendo tutorías, resúmenes y herramientas de estudio por entre 15 y 20 euros al mes. Su modelo floreció durante la pandemia, con un crecimiento del 345% y una valoración cercana a los 12.000 millones de euros, convirtiéndose en el “Amazon” del aprendizaje digital. Sin embargo, la llegada de la IA generativa y especialmente de ChatGPT, cambió por completo el panorama. La empresa reconoció que debía adaptarse a “la nueva realidad”, aunque no esperaba que esa transformación casi la hundiera.
El auge de la inteligencia artificial, la caída del tráfico proveniente de Google y la pérdida de relevancia frente a herramientas gratuitas impulsadas por IA provocaron una debacle sin precedentes. Chegg ha perdido más de 500.000 suscriptores, sus acciones han caído un 99% desde 2021 y la compañía se ha visto obligada a despedir al 45% de su plantilla global, unos 388 empleados. Intentó reinventarse lanzando CheggMate, su propio chatbot educativo basado en IA, pero el proyecto no logró retener a los usuarios que migraron hacia soluciones más avanzadas y accesibles.
Desesperada por recuperar terreno, Chegg decidió demandar a Google por el impacto de AI Overviews, alegando que su función de resúmenes automáticos desvía tráfico y perjudica la monetización del contenido. Sin embargo, la ofensiva legal tampoco ha revertido la crisis. Ahora, la empresa busca mantenerse independiente, enfocada en reducir costos y redefinir su propuesta de valor en un entorno donde la IA gratuita y ubicua ha cambiado las reglas del juego. Su futuro será un caso de estudio para las compañías que, como Chegg, intentan sobrevivir en una economía digital transformada por la inteligencia artificial.
